Crónica de la ruta cultural-senderista al
Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial y a su
entorno
Manuel Mohedano Herrero
El pasado domingo, Ecologistas en Acción-Valle de
Alcudia ha realizado una ruta cultural y senderista al Real Monasterio de San
Lorenzo de El Escorial y a su entorno natural.
Esta
ruta es una continuación de la realizada el pasado 30 de octubre, cuando
hicimos la subida al Monte Abantos, muy próximo a estos parajes; pensamos
entonces que el Monasterio merecía una detenida visita que en aquel momento no
le pudimos dedicar. Además, la queríamos efectuar acompañados de un guía que nos
ofreciera la información necesaria para entender mejor este grandioso
monumento, declarado Patrimonio de la Humanidad, que incluye una basílica, un
convento, un colegio, un palacio y una biblioteca, además de los jardines,
estanques y casas de oficios de alrededor.
Nuestro
guía nos acompañó desde la estación de autobuses hasta la puerta norte del
monasterio para cumplir los trámites de entrada, que incluyen paso por el escáner,
obtención de las entradas y alquiler de los auriculares, imprescindibles para
escuchar las explicaciones del guía entre los grupos de visitantes que realizan
la visita al mismo tiempo. Tras estos trámites, nos juntamos en el Patio de los
Reyes, donde el guía nos repasa los pormenores de la construcción del
Monasterio en este lugar (Madrid se había convertido en capital del Estado un
par de años antes) y en ese momento (celebrar la victoria en la batalla de San
Quintín y el deseo de edificar un panteón para la familia real): a todo esto,
el guía añadirá más datos (como que se levantó en sólo 21 años, de 1563 a 1584),
hasta proporcionarnos un repaso a la moderna historia de España.
La
visita estaba pensada para comenzar por la basílica, pero la celebración de
misa en esos momentos hizo que la pospusiéramos para el final, adentrándonos
por el sinfín de pasillos, escaleras, claustros, más escaleras, locutorio,
dependencias del palacio del rey y de la reina (más bien de la infanta, pues la
reina no llegó a utilizarlas)… Todo ello decorado con tal profusión de pinturas
en paredes y bóvedas que recuerda a las de la Capilla Sixtina del Vaticano.
También nos las recordaría el paso por la sala de las batallas (aunque el
lienzo principal, al que le calculé más de 200 m2 de pintura, está
dedicado a la no muy conocida batalla de La Higueruela), por la basílica y por
el resto de dependencias por las que transcurrió la visita. Un detalle que nos
llamó la atención fue una línea gruesa trazada en el suelo de una de las
antecámaras de la casa del rey, que el guía nos explicó era la situación del
meridiano del lugar, utilizado para conocer con exactitud el mediodía solar.
Destacable también la visita a los panteones, objetivo principal de la
construcción del monasterio, comenzando por el de infantes (para los príncipes,
infantes y reinas que no fueron madres de reyes) y siguiendo por el de reyes
(para los reyes y las reinas que fueron madres de reyes), aunque hay que
señalar que no están todos los que han reinado en España y que en el panteón de
reyes no hay huecos disponibles.
Sería
demasiado prolijo contar todas las pinturas, esculturas, libros y otros objetos
apreciados durante la visita, y eso haría interminable esta crónica. Después de
esta maratoniana sesión, salimos del monasterio y nos encaminamos hacia el
bosque de la Herrería, en el que encontramos unas sombreadas mesas en las que
dar cuenta de la comida que llevábamos en las mochilas: la abundancia de
castaños, robles, fresnos, arces, plátanos… invitaba a dar un paseo por este
paraje tan atractivo para el senderismo y a ello nos pusimos después de la
comida y la sobremesa. Seguimos un sendero hasta la ermita de la Virgen de
Gracia, en cuyos alrededores destacaban grandes “bolos” y “lomos de ballena”
graníticos; continuamos ascendiendo un tramo más por un sendero que sólo
permite subir en “fila india” hasta llegar a un bolo que nos proporciona unas
magníficas vistas del monasterio y de su entorno, con la Sierra de Guadarrama
como fondo. Minutos para guardar en las cámaras de fotos estas imágenes y, como
no tenemos más tiempo, decidimos iniciar el regreso por el mismo sendero que
nos ha traído hasta aquí, aunque al pasar de nuevo junto al monasterio no
resistimos la visita al jardín de los frailes, como despedida de este
monumental edificio. Un helado junto a los amigos que han compartido esta ruta
y ponemos rumbo de regreso a nuestro pueblo después de un completo día de
cultura y senderismo.
Fotografías: Vicente Luchena