domingo, 21 de mayo de 2017

2017-05-21 Real Monasterio San Lorenzo del Escorial.






Crónica de la ruta cultural-senderista al
Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial y a su entorno
 Manuel Mohedano Herrero

El pasado domingo, Ecologistas en Acción-Valle de Alcudia ha realizado una ruta cultural y senderista al Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial y a su entorno natural.

Esta ruta es una continuación de la realizada el pasado 30 de octubre, cuando hicimos la subida al Monte Abantos, muy próximo a estos parajes; pensamos entonces que el Monasterio merecía una detenida visita que en aquel momento no le pudimos dedicar. Además, la queríamos efectuar acompañados de un guía que nos ofreciera la información necesaria para entender mejor este grandioso monumento, declarado Patrimonio de la Humanidad, que incluye una basílica, un convento, un colegio, un palacio y una biblioteca, además de los jardines, estanques y casas de oficios de alrededor.

Nuestro guía nos acompañó desde la estación de autobuses hasta la puerta norte del monasterio para cumplir los trámites de entrada, que incluyen paso por el escáner, obtención de las entradas y alquiler de los auriculares, imprescindibles para escuchar las explicaciones del guía entre los grupos de visitantes que realizan la visita al mismo tiempo. Tras estos trámites, nos juntamos en el Patio de los Reyes, donde el guía nos repasa los pormenores de la construcción del Monasterio en este lugar (Madrid se había convertido en capital del Estado un par de años antes) y en ese momento (celebrar la victoria en la batalla de San Quintín y el deseo de edificar un panteón para la familia real): a todo esto, el guía añadirá más datos (como que se levantó en sólo 21 años, de 1563 a 1584), hasta proporcionarnos un repaso a la moderna historia de España.

La visita estaba pensada para comenzar por la basílica, pero la celebración de misa en esos momentos hizo que la pospusiéramos para el final, adentrándonos por el sinfín de pasillos, escaleras, claustros, más escaleras, locutorio, dependencias del palacio del rey y de la reina (más bien de la infanta, pues la reina no llegó a utilizarlas)… Todo ello decorado con tal profusión de pinturas en paredes y bóvedas que recuerda a las de la Capilla Sixtina del Vaticano. También nos las recordaría el paso por la sala de las batallas (aunque el lienzo principal, al que le calculé más de 200 m2 de pintura, está dedicado a la no muy conocida batalla de La Higueruela), por la basílica y por el resto de dependencias por las que transcurrió la visita. Un detalle que nos llamó la atención fue una línea gruesa trazada en el suelo de una de las antecámaras de la casa del rey, que el guía nos explicó era la situación del meridiano del lugar, utilizado para conocer con exactitud el mediodía solar. Destacable también la visita a los panteones, objetivo principal de la construcción del monasterio, comenzando por el de infantes (para los príncipes, infantes y reinas que no fueron madres de reyes) y siguiendo por el de reyes (para los reyes y las reinas que fueron madres de reyes), aunque hay que señalar que no están todos los que han reinado en España y que en el panteón de reyes no hay huecos disponibles.

Sería demasiado prolijo contar todas las pinturas, esculturas, libros y otros objetos apreciados durante la visita, y eso haría interminable esta crónica. Después de esta maratoniana sesión, salimos del monasterio y nos encaminamos hacia el bosque de la Herrería, en el que encontramos unas sombreadas mesas en las que dar cuenta de la comida que llevábamos en las mochilas: la abundancia de castaños, robles, fresnos, arces, plátanos… invitaba a dar un paseo por este paraje tan atractivo para el senderismo y a ello nos pusimos después de la comida y la sobremesa. Seguimos un sendero hasta la ermita de la Virgen de Gracia, en cuyos alrededores destacaban grandes “bolos” y “lomos de ballena” graníticos; continuamos ascendiendo un tramo más por un sendero que sólo permite subir en “fila india” hasta llegar a un bolo que nos proporciona unas magníficas vistas del monasterio y de su entorno, con la Sierra de Guadarrama como fondo. Minutos para guardar en las cámaras de fotos estas imágenes y, como no tenemos más tiempo, decidimos iniciar el regreso por el mismo sendero que nos ha traído hasta aquí, aunque al pasar de nuevo junto al monasterio no resistimos la visita al jardín de los frailes, como despedida de este monumental edificio. Un helado junto a los amigos que han compartido esta ruta y ponemos rumbo de regreso a nuestro pueblo después de un completo día de cultura y senderismo.




Fotografías: Vicente Luchena