Fotografías: Vicente Luchena Rodríguez
Crónica de la ruta
Manuel Mohedano Herrero
El domingo 9 de Marzo, Ecologistas en Acción-Valle de Alcudia
realizamos una ruta senderista en el Parque Natural de Despeñaperros,
concretamente la subida por el Barranco de Valdeazores hasta llegar al Collado
de la Aviación y después prolongamos el recorrido para visitar las ruinas del
Castillo de Castro-Ferral.
Para llevar a cabo
la ruta de este mes nos hemos trasladado al Parque Natural de Despeñaperros,
nombre que enseguida nos trae a la memoria la imagen de sus características y
sorprendentes paredes de cuarcita desnuda y vertical (los órganos) y de unas
subidas que, aunque se van realizando de forma suave pero continua, al final
nos sorprenden con unas vistas de vértigo desde las alturas del mirador hasta
las profundidades del barranco que ha labrado el río Despeñaperros para abrirse
camino a través de la sierra.
Después del
reconfortante desayuno en una cafetería de la autovía próxima al lugar de
comienzo de la marcha y de una emocionante subida hasta la casa forestal de
Valdeazores, nos preparamos para iniciar el recorrido con una muy buena
temperatura, que auguraba una jornada más bien calurosa, aunque la sombra de
los abundantes árboles aliviaba en muchos momentos esa sensación de calor. La
mayor parte de la ruta se efectúa por una pista forestal que bordea el barranco
que ha formado el arroyo de Valdeazores, afluente del citado río de
Despeñaperros, aunque a una cierta altura, pues se ha prohibido el paso por el
fondo del barranco al ser declarado zona
de reserva: la zona esta intensamente repoblada, con varias especies de pinos
(piñoneros, negrales, carrascos) en la ladera de la solana, que es la que nosotros
seguimos, y de distintas variedades de cipreses en la umbría, todos ellos
entremezclados con alcornoques, encinas quejigos y robles, formando un amplio
bosque que se extiende a lo largo del barranco: a medida que ascendemos, la
vegetación autóctona va ganando terreno a la de repoblación, aunque en las
zonas más altas vuelve a predominar el pinar. Abunda también el matorral, con especies como el lentisco,
labiérnago, mirto, madroño, acebuche, espadaña, espino negro, coscoja, brezos y
jaras.
Varios paneles
informativos a lo largo del camino y las explicaciones de nuestro guía, nos van
ilustrando sobre las principales especies vegetales que nos salen al paso: las
paradas que hacemos para atender estas explicaciones nos permiten recuperar el
aliento y continuar la ascensión por este sendero que, al llegar a la parte más
alta del barranco, se cruza con el camino histórico que atravesaba Sierra
Morena por la aldea de Magaña y el puerto del Muradal (de aquí Al-muradiel). Este
camino ya lo utilizaron los romanos para sacar el mineral de El Centenillo
(quedan restos de la calzada romana en el sendero de El Empedraíllo), los
árabes para sus correrías por La Mancha y las tropas cristianas de Alfonso VIII
marchando hacia el lugar de la batalla de Las Navas de Tolosa, que ocurrió a
escasa distancia de aquí.
Pero nuestro
camino se desvía primero para continuar unos 3 Km . por otra pista que nos
lleva hasta el Collado de la Aviación y su pequeño refugio de piedra, que
sirvió durante la guerra civil para vigilar el acercamiento de los aviones y
después como refugio de pastores y vigilancia forestal: nosotros utilizamos
este collado (punto más alto de la ruta, 1.030 m ., y habíamos comenzado la marcha a una
latitud de poco más de 700 m .)
para tomar los bocadillos y otras provisiones que nos renovaron el cuerpo. Pero
antes de dedicar un tiempo a reponer fuerzas nos acercamos hasta una zona
rocosa próxima, en la que hay un mirador desde el que se disfrutan unas
magníficas vistas del desfiladero de Despeñaperros, de las agujas pétreas de
los órganos y de una amplísima extensión de terreno, tanto de La Mancha como de
Andalucía, además de la dilatada herida que supone el cruce de la nueva autovía
por estos parajes, que varios buitres sobrevuelan con su majestuosa presencia.
Después
de los merecidos bocadillos y descanso, volvemos sobre nuestros pasos hasta
alcanzar el anterior cruce de caminos, para ahora continuar por la vía
histórica que nos lleva hacia el cortafuegos que conduce a las ruinas del
Castillo de Castro-Ferral, construcción islámica, seguramente almohade, que
controlaba el paso entre la meseta y Andalucía por el Puerto del Muradal, y testigo
del paso de las tropas que se disponían a enzarzarse en la batalla de Las
Navas. Del castillo sólo quedan en pie un par de paredes en tapial de tierra,
aunque se pueden apreciar restos subterráneos, quizá aljibes; nada perdura del
recinto defensivo exterior, sólo restos de tierras y piedras esparcidos por el
cerro. Después de rememorar los hechos que acaecieron en los lugares que
estamos pisando, emprendemos el regreso por el mismo camino que hemos traído
hasta regresar de nuevo a la casa forestal de Valdeazores, que puso fin a la
ruta y al precioso día de primavera que hemos disfrutado.