domingo, 9 de marzo de 2014

2014-03-09: Parque Natural de Despeñaperros: Barranco de Valdeazores-Collado de la Aviación-Castillo de Castro Ferral

Fotografías: Vicente Luchena Rodríguez



Crónica de la ruta
Manuel Mohedano Herrero

El domingo 9 de Marzo, Ecologistas en Acción-Valle de Alcudia realizamos una ruta senderista en el Parque Natural de Despeñaperros, concretamente la subida por el Barranco de Valdeazores hasta llegar al Collado de la Aviación y después prolongamos el recorrido para visitar las ruinas del Castillo de Castro-Ferral.

Para llevar a cabo la ruta de este mes nos hemos trasladado al Parque Natural de Despeñaperros, nombre que enseguida nos trae a la memoria la imagen de sus características y sorprendentes paredes de cuarcita desnuda y vertical (los órganos) y de unas subidas que, aunque se van realizando de forma suave pero continua, al final nos sorprenden con unas vistas de vértigo desde las alturas del mirador hasta las profundidades del barranco que ha labrado el río Despeñaperros para abrirse camino a través de la sierra.

Después del reconfortante desayuno en una cafetería de la autovía próxima al lugar de comienzo de la marcha y de una emocionante subida hasta la casa forestal de Valdeazores, nos preparamos para iniciar el recorrido con una muy buena temperatura, que auguraba una jornada más bien calurosa, aunque la sombra de los abundantes árboles aliviaba en muchos momentos esa sensación de calor. La mayor parte de la ruta se efectúa por una pista forestal que bordea el barranco que ha formado el arroyo de Valdeazores, afluente del citado río de Despeñaperros, aunque a una cierta altura, pues se ha prohibido el paso por el fondo del barranco al ser  declarado zona de reserva: la zona esta intensamente repoblada, con varias especies de pinos (piñoneros, negrales, carrascos) en la ladera de la solana, que es la que nosotros seguimos, y de distintas variedades de cipreses en la umbría, todos ellos entremezclados con alcornoques, encinas quejigos y robles, formando un amplio bosque que se extiende a lo largo del barranco: a medida que ascendemos, la vegetación autóctona va ganando terreno a la de repoblación, aunque en las zonas más altas vuelve a predominar el pinar. Abunda también el matorral, con especies como el lentisco, labiérnago, mirto, madroño, acebuche, espadaña, espino negro, coscoja, brezos y jaras.

Varios paneles informativos a lo largo del camino y las explicaciones de nuestro guía, nos van ilustrando sobre las principales especies vegetales que nos salen al paso: las paradas que hacemos para atender estas explicaciones nos permiten recuperar el aliento y continuar la ascensión por este sendero que, al llegar a la parte más alta del barranco, se cruza con el camino histórico que atravesaba Sierra Morena por la aldea de Magaña y el puerto del Muradal (de aquí Al-muradiel). Este camino ya lo utilizaron los romanos para sacar el mineral de El Centenillo (quedan restos de la calzada romana en el sendero de El Empedraíllo), los árabes para sus correrías por La Mancha y las tropas cristianas de Alfonso VIII marchando hacia el lugar de la batalla de Las Navas de Tolosa, que ocurrió a escasa distancia de aquí.

Pero nuestro camino se desvía primero para continuar unos 3 Km. por otra pista que nos lleva hasta el Collado de la Aviación y su pequeño refugio de piedra, que sirvió durante la guerra civil para vigilar el acercamiento de los aviones y después como refugio de pastores y vigilancia forestal: nosotros utilizamos este collado (punto más alto de la ruta, 1.030 m., y habíamos comenzado la marcha a una latitud de poco más de 700 m.) para tomar los bocadillos y otras provisiones que nos renovaron el cuerpo. Pero antes de dedicar un tiempo a reponer fuerzas nos acercamos hasta una zona rocosa próxima, en la que hay un mirador desde el que se disfrutan unas magníficas vistas del desfiladero de Despeñaperros, de las agujas pétreas de los órganos y de una amplísima extensión de terreno, tanto de La Mancha como de Andalucía, además de la dilatada herida que supone el cruce de la nueva autovía por estos parajes, que varios buitres sobrevuelan con su majestuosa presencia.

Después de los merecidos bocadillos y descanso, volvemos sobre nuestros pasos hasta alcanzar el anterior cruce de caminos, para ahora continuar por la vía histórica que nos lleva hacia el cortafuegos que conduce a las ruinas del Castillo de Castro-Ferral, construcción islámica, seguramente almohade, que controlaba el paso entre la meseta y Andalucía por el Puerto del Muradal, y testigo del paso de las tropas que se disponían a enzarzarse en la batalla de Las Navas. Del castillo sólo quedan en pie un par de paredes en tapial de tierra, aunque se pueden apreciar restos subterráneos, quizá aljibes; nada perdura del recinto defensivo exterior, sólo restos de tierras y piedras esparcidos por el cerro. Después de rememorar los hechos que acaecieron en los lugares que estamos pisando, emprendemos el regreso por el mismo camino que hemos traído hasta regresar de nuevo a la casa forestal de Valdeazores, que puso fin a la ruta y al precioso día de primavera que hemos disfrutado.